La Gestalt al lado de las parejas en crisis.

“Como nutrir el Yo, el Tú y el Nosotros”

La pareja, esa gran escuela de vida, puede verse afectada por muy distintos motivos: desgaste tras varios años de relación, peleas continuas, distanciamiento a raíz de la aparición de terceras personas, falta de intimidad sexual, situaciones difíciles a nivel particular (pérdida de empleo, discrepancias a la hora de educar a los hijos) o global (crisis económica, confinamiento derivado de crisis sanitarias como el Covid-19).

La Gestalt puede suponer una inestimable ayuda a la hora de hacer frente a las crisis de pareja, ya que pone el énfasis en la aceptación (propia y del otro), en el fortalecimiento del vínculo amoroso, en la importancia de vivir en el Aquí y Ahora y en el necesario restablecimiento del equilibrio a todos los niveles para salir reforzados de las situaciones conflictivas.

• Comunicación

La comunicación es una de las claves para una relación sana. Me refiero, claro, a una comunicación desde el respeto, con el propósito de entender al otro a través de la escucha activa. Muchas personas no escuchan mientras su pareja habla: están esperando a que calle para vomitar su respuesta. Es importante dar tiempo al otro para elaborar su discurso, y a nosotros mismos para asimilarlo y tratar de comprender su postura. A la vez, hay que estar dispuesto a abrirse al otro, expresando los propios sentimientos con un lenguaje inclusivo, no desde el “yo” sino desde el “nosotros”, evitando el reproche y la culpabilización.

Es muy positivo crear un marco tranquilo para comunicarse: encontrar un espacio cómodo, un momento idóneo (quizá por la noche, cuando hemos vuelto del trabajo y los niños, si los tenemos, ya están durmiendo) y un tono de voz amable, desde una actitud conciliadora. 

• Equilibrio entre lo que se da y lo que se recibe

El equilibrio entre lo que se da y lo que se recibe es clave para no generar situaciones de dependencia emocional. En muchas relaciones se establecen unos roles claramente diferenciados: la persona que se entrega totalmente, olvidándose de sí misma, y la que se limita a recibir, aumentando su exigencia conforme va pasando el tiempo, olvidándose, a su vez, de las necesidades de su pareja.

Otro error común es creer que el vínculo, una vez forjado, es indestructible y no necesita ser reforzado y alimentado.

El amor es un ente vivo, y como tal, necesita ser cultivado día tras día.

• Intimidad

La intimidad puede ser tanto meramente física (caricias, masajes, bailes, abrazarse mientras se realiza una actividad conjunta, como ver una serie tras un duro día de trabajo) como sexual.

Nuestro ritmo de vida, tan exigente, a veces nos deja tan exhaustos que el deseo sexual puede verse seriamente afectado. Esto constituye un problema, ya que la sexualidad es uno de los pilares de la pareja (no el más importante, pero tampoco el menor).

Crear un clima de intimidad sexual es básico: poner atención a detalles sensuales y agradables, como música, aceites para masaje, luz tenue… Cada pareja conoce sus gustos, y cada miembro de ella debería tratar de sorprender al otro, ya que en esa continua búsqueda de nuevas experiencias radican el placer y las ganas de complacer y ser complacidos.

El acto sexual no debe ser entendido únicamente como un coito o la búsqueda de un orgasmo: las caricias, los juegos preliminares, la exploración de nuevas zonas erógenas… todo el ritual amatorio genera nuevos espacios íntimos para la pareja, que fortalecen su unión y ayudan a la armonía y el equilibrio de quienes la forman.

• Espacio personal

Así como es importante buscar espacios para la intimidad en pareja, es igualmente saludable encontrar momentos para la realización de cada uno por separado. El silencio, tan necesario a veces, los hobbys, las conversaciones con los amigos, la lectura… Son muchas las actividades que cada miembro de la pareja puede realizar por separado, y es conveniente hacerlo para mantener el propio equilibrio y huir de la co-dependencia.

• Responsabilidad individual

Ser conscientes de nuestro propio papel en la pareja, de que no todos los problemas y conflictos son “culpa” del otro, es el primer paso para responsabilizarnos de nuestros actos y comenzar a percibir a nuestra pareja no como a un extraño o un enemigo a batir, sino como a un ser humano, con defectos y virtudes como nosotros, a quien hemos elegido como compañero y con quien queremos construir una vida feliz. 

• Gestalts inconclusas

Vivir anclados en temas del pasado es uno de los grandes obstáculos para la felicidad de la pareja. Los resentimientos por viejas rencillas y los reproches continuos nos quitan la energía que necesitamos para reforzar nuestra relación, debilitándola. 

La Gestalt propone desvelar qué porciones de nuestro Ego están ocupando el espacio que debería ser de la pareja (“yo soy mejor que tú”), distinguir las distintas máscaras que pueden estar tapando nuestra verdadera personalidad, ampliando nuestro foco de visión de la realidad y poniendo en cuestión los motivos que nos han llevado a estancarnos en esa postura. El orgullo y el rencor deben quedar arrinconados para dar paso al recuerdo y revitalización de por qué elegimos a esa persona para continuar el camino a su lado.

Una pareja es un proyecto, una ilusión, un propósito, un aprendizaje continuo. En ella aprendemos a amar, y sacamos nuestros propios temas pendientes de resolución. El vínculo que une a sus dos miembros ha de estar basado, como hemos dicho, en la comunicación y el respeto. La vida puede ponernos muchas trabas, hacer que nos enfrentemos a situaciones difíciles, ponernos en crisis, pero si vivimos siendo plenamente conscientes de nuestro Aquí y Ahora, mirando a los problemas de frente, remando en la misma dirección, expresando nuestras alegrías y angustias y escuchando las de nuestro compañero de viaje… creceremos de forma individual y conjunta.

“La pareja hay que cultivarla día a día.”